Decir Sacromonte es decir Granada. Pero no la Granada nazarí o cristiana. Es decir la Granada Gitana.

El viajero deja atrás la Málaga marinera y cantaora y se dirige a la ciudad de los milagros, a la ciudad coqueta, histórica y montañesa, último reducto de aquel imperio arabo-andalusí que duró casi ocho siglos. Una urbe que conserva todo el sabor, la belleza y la historia de aquellos tiempos pasados.

Y frente al más importante tesoro de la ciudad, el conjunto arquitectónico de la Alhambra, al otro lado del río Darro, se encuentra el Sacromonte. Con sus empinadas callejuelas y caminos y sus Cuevas, el Sacromonte ha sido a lo largo de siglos el lugar de encuentro de moriscos, judíos y gitanos. Sobre todo de los gitanos que hicieron de este lugar su hogar, ocupando las cuevas de este monte para convertirlas en sus viviendas y en los espacios de fiesta y disfrute en que se han convertido hoy.

Después de recorrer estos caminos y de visitar sus rincones, el viajero descansa en una de estas Cuevas gitanas, donde degusta las excelentes especialidades del lugar. Y tras el almuerzo, el viajero se sumerge en la magia de una auténtica Zambra Gitana, pura fuerza y torbellino de la expresión del arte genuino de esta raza.

 

 

 

 

 

 

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