El viajero vuelve a la ciudad de Granada, dispuesto a visitar una de las más hermosas e impresionantes joyas arquitectónicas del planeta. Después de haber paseado dos días antes por el barrio del Sacromonte, desde el que se divisa perfectamente la magnífica construcción del palacio de la Alhambra, no es posible abandonar la ciudad sin adentrarnos por las mágicas estancias palaciegas y esos suntuosos jardines cargados de historia.
Terminada esta visita excepcional, el viajero camina por las laberínticas calles del barrio del Albaicín, situado al otro lado del río Darro y justo frente a la Alhambra. En este barrio que nos transmite a cada paso las esencias de tiempos ancestrales, en los cuales Granada era la capital del reino Nazarí, el viajero llega a uno de los lugares más emblemáticos del mundo del flamenco andaluz: la Peña de la Platería, una asociación cultural flamenca, fundada en el año 1949, que desde entonces ha visto pasar por sus escenarios lo más insigne de la historia del flamenco.
Y es en este lugar tan venerado donde el viajero se integra de nuevo en el ritual flamenco. Después de un excelente almuerzo ofrecido por los servicios de restauración propios de la Peña, tiene lugar la reunión flamenca con selectos artistas granadinos, en la que el viajero, que ya ha participado intensamente en cada una de las experiencias de estos días, se abre de par en par a las emociones profundas que el Arte Flamenco es capaz de comunicar.
